Textos de homenaje a los muertos de la calle

(Ceremonia de 2012, para aquellos que están y no están)


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Yo tengo, amigos, cinco cosas que decir,

Como los cinco dedos de la mano que ahora tiendo

A cada uno de vosotros:

De piedra son los ojos que te miran,

De piedra las losas donde duermes

De piedra la tristeza de insumisión y diferencia

De piedra también la libertad conquistada

De piedra el reflejo de la luna, que devuelve soledad y frío



Fabiënne, apodado Cali o Kalimero, 47 años, muerto en accidente estúpido

No aceptes el consuelo fácil o la triste despedida de los ausentes

En cada objeto, en cada ser, en cada circunstancia

Hay una jarra desbordante de delicias

Ellos lo saben y han de regresar un día a rendir el tributo de los amados



Xavier, apodado James, 51 años, corazón enorme, quizás enamorado

Nueve agujeros tiene la flauta travesera

Como los nueve orificios de tu cuerpo

El lenguaje en que hablabas era música

Surgiendo brillante del centro de tu mundo









Fátima, 50 años, marroquí

La memoria de otras geografías, el principio del retorno

¿Quién te llevó a asesinar compases y estaciones?, preguntaban

Si supiera la respuesta, respondías, hace tiempo que estaría en casa,

Esperando ver amanecer para comenzar el día cantando



Jean, 48 años, amante de David Bowie

No sé de donde soy y no sé el porqué de esta vida, decías

Si lo supiera, diría tal vez que soy de otro mundo distinto,

Soy griego, menudo y de cabellos tristes

Amo a música y dicen que sueño siempre con volver.



Kazimierz, apodado Kokosi Ceb, 46 años

Llorando en la noche en la oscuridad del laberinto, siempre amable

Levantándote cada mañana con miles de preguntas sin respuesta

Miras al cielo y declaras, sin violencia, con mesura, sin ambages:

Perdí un amigo, perdí la esperanza, lo perdí todo



Michèle, 66 años, mujer casada

Dicen que no hay futuro para nosotros,

De seguro que no andan muy errados

Pero no queremos mañana sino presente

Libertad para respirar y para gozar, para soñar y para ser





Jonathan, 26 años, amante del café y de la charla fértil

Corrías en su busca, pero no había hilo para salir del laberinto

Al otro lado de la nada se detendrá tu canto:

Abre una ventana en el centro de tu pecho

Deja que el viento entre y salga sin fronteras.



Dumitru, 45 años, rumano mendicante

Cierra los ojos un instante, enseguida verás por el tercer ojo,

El de la iluminación, el del sosiego, quizás el del tránsito

Y bien que cerraste los ojos, pero olvidaste de nuevo abrirlos

Y ahora eres viento fértil, que inunda de semillas la distancia



Agata, 47 años, mujer polaca

Ahora recuerdo la historia que me contaran,

De aquel instante lúcido cuando te arrancaste a cantar

Una melodía de alegres despedidas:

La luna llena dentro de tu cuerpo, tu única morada



Farah, 28 años, mujer joven y luchadora

La sensación de estar en varios lugares a un tiempo

De sentir la dulce confusión, la suave cacofonía de lenguas y costumbres

En esa región de espantos donde te llevaron las corrientes de los ríos,

Que siempre desembocan en el inmenso océano del silencio.



Marcin, , 28 años, tímido y delgado, de cabellos cortos

Tus amigos eran para ti como agua en la corriente

Como la flor del loto en la quietud del estanque

No tengas miedo ahora en el río del adiós, Caronte te consuela:

Todo lo que has perdido retornará cuando descanses



Geoffrey, 33 años, alto como una torre

Precisaría de una boca tan grande como el cielo

Para expresar el universo que en ti se expande

Pero en verdad eres tú el que de repente habla:

Cuentas tu historia, tu vida plagada de secretos



Claude, apodado petit Claude, 57 años, siempre sonriente

Escúchame, por un instante sólo, serenamente, como siempre

Escucha las bendiciones y los saludos, gentilhombre

Las carcajadas, tal vez, de los amigos riendo tus chanzas

Haciendo brotar flores alrededor de tu causa, seguidor leal de tus colores



Jozef, 63 años, el de la mirada cómplice

En la frontera intenta ser una hoja en blanco

Un lugar en el mundo donde nada crece por sí mismo

Donde quizás algo debe de ser plantado

Para que germine la semilla de lo absoluto



Steve, 38 años, mitómano impenitente

El único vino que bebías era el de tu propia sangre

Tu cuerpo fermentaba y darías todo lo que tienes

Por un nuevo sorbo de vida amarga y renovada

Cada objeto, cada mirada, cada sonrisa de amigo

Era una vasija desbordante de delicias

Jaroslav, dit inconnu, 30 años, polaco de nación

Nada queda en el lodazal del mundo, sólo silencio y vacío

En excitada confusión y desorden tenebroso,

Que avanza y todo lo domina anunciando tu ausencia,

Una más, quizás la más triste, la del desconocido



Yo tengo, amigos, cinco cosas que decir,

Como los cinco dedos de la mano que ahora tiendo

A cada uno de vosotros:

De piedra son los ojos que te miran,

De piedra las losas donde duermes

De piedra la tristeza de insumisión y diferencia

De piedra también la libertad conquistada

De piedra el reflejo de la luna que devuelve soledad y frío



Cierra los ojos un instante, enseguida verás por el tercer ojo,

El de la iluminación, el del sosiego, quizás el del tránsito

(Xavier Queipo, Bruselas, Febrero 2012)